domingo, julio 31, 2005

Ripio

Del libro Terceras personas, Universidad Autónoma Metropolitana, colección Molinos de Viento No. 96, México, 1996. La traducción de este texto al francés por Thierry Davo aparece en este mismo blog bajo el título "Reliquat".



Dios: un ente harto de vida que roba los segundos perdidos y los coloca, sin delicadeza, en un buche inmenso.



Un animal sabe cuándo debe morir.



No importa que deba morir, sino la certeza de que la muerte tiene una fecha.
El deseo de ser fantasma: el horror de la esperanza. El sufrimiento en la muerte, pero al menos subsiste la conciencia.



Un Auschwitz repleto de ancianos.
Son la víctimas perfectas: se aferran con desesperación a los meses que aún les quedan, se retuercen.
La hora de la muerte: una mancha en el pantalón.



¿Cuál puede ser, realmente, el último pensamiento?
Nadie vive su último segundo.



Las ancianas cierran los ojos de los ancianos muertos. Noche de aullidos, siempre que la noche signifique tristeza.



El olor de un viejo triste, una uña enterrada, ojos llorosos que los remordimientos hacen considerar bellos.



¿Quién recuerda la voz de un anciano?



Un ángel anciano es una herejía. El infierno está lleno de viejos.



“Aún no estoy lo suficientemente loca para hablar sola. A mi edad rezar ya no sirve de nada, pero me gusta pensar que todavía no se me olvidan las palabras para llamar a Dios”.



¿Cómo no odiar la mirada de un perro a punto de recibir un golpe? Y sin embargo el placer de descargar el golpe.



Tener un gato sólo para envidiar su gracia.



“No es un paso en falso. Es la forma más fácil de llegar al fondo de las cosas”.

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