sábado, enero 20, 2007

Desfile. 1979-1981

Fragmento del texto Mujer en la ventana, inédito, escrito entre 1979 y 1981.




Mira: son la tiritas de papel de colores, serpentinas que caen hacia arriba y, sí, es el desfile otra vez, lleno de coches que van para dónde y de gente que ríe para qué y de muchachas arriba de las carrozas y las flores y que agitan las manos con sonrisas para quién y desde el fondo de qué lugar escondido tras esos pechos cubiertos de lentejuelas bordadas en tafetán del más brillante
y hay un señor de chistera en esa carroza, ¿lo ves?, esa carroza que no es carroza, y viste un smoking que sólo puede ser rentado y su cara de rockefeller en su noche de derroche en un restaurante muy caro de más allá de los mares, pero sólo es la actitud, la ac-ti-tud, porque rockefeller nunca estaría tan pálido como él, ni tan flaco y encorvado de tantas hambres que ha pasado en la vida y en el último mes en particular porque tuvo que ahorrar y ahorrar para el alquiler del smoking sólo para este desfile, sólo para subirse en esa carroza, sólo para que lo vieran sonreír así, como nunca había sonreído; podrías jurar que cuando el sol caliente otro poco más, no mucho más, se desmayará y se caerá del toldo de ese chevrolet 53 cubierto con adornos de papel de china; un señor —sí, ése mismo— que gesticula y grita pero quién va a oír lo que dice, porque el ruido, ¿sí te das cuenta?, el ruido no deja oír ni siquiera la voz que sale del pecho de uno mismo, es decir tu pecho, y la gente, mucha gente, caminas entre oleadas de gente que no te dejan atravesar la calle y llegar hasta donde está Ella, nunca se podrán juntar tú y Ella, dónde está Ella, no hay Ella, no te preocupes, sólo estás soñando con un desfile, con un montón de carrozas que reptan lentamente por la calle, el señor de chistera que se te hace tan pero tan conocido, casi podrías decir su nombre, casi podría tener tu nombre, como si ayer mismo por la noche, antes de dormir y soñar, hubieras platicado horas y horas con él mientras se emborrachaban y cantaban juntos canciones del alma y se decían abrazados eres mi mejor amigo, de veras eres mi mejor amigo, salud; y no es que el tipo de chistera te caiga bien: los amigos necesitan ser simpáticos para ser amigos ni los parientes (pariente: que está pariendo; no seas tonto)
y ya vas a despertar, ya casi, unos minutos o segundos más, quizá ya abriste los ojos tentativamente, pero si los abriste sigues viendo hacia dentro y lo que ves son las tiritas de papel tiritante, serpentinas que caen hacia arriba, y el confeto también, mucho confeti, una maravilla de papel coloreado que intenta caer hacia abajo pero en vano porque Newton no vino al desfile, porque el mundo de esta película está loco: ¿ya viste que el señor de la chistera —pariente o amigo o lo que sea— está cabeza abajo y así va subido en el coche, y el coche también va al revés, con las llantas bien pegadas al aire, a los papelitos que danzan sobre el aire, la cabeza de todos cabeza abajo, y tú recuerdas —sí, estás a punto de despertar, faltan apenas unas micras, no más— que ya has tenido antes este sueño, que hace mucho tiempo tuviste siete años, igual que ahora en el desfile, y que una vez, sólo una vez, fuiste a aquel restaurante que estaba —está— en la casi esquina de Insurgentes y Antonio Caso con tu madre y tu hermano, qué pobrecitos éramos en aquel tiempo, es decir ahora mismo, con el mundo al revés y todo

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