sábado, noviembre 24, 2007

Breve recuento de todas las cosas (fragmento)

Publicado por Editorial Cénomane (La Mans), en traducción de Thierry Davo, y en español por Índole Editores (San Salvador), ambas ediciones en 2007.




Y ¿quién es Dios, quién sería, quién debería ser? ¿Y dónde está, por favor, dónde ha estado mientras lo buscamos, mientras lo negamos, mientras lo mencionamos como una fórmula que rara vez significa algo: una muletilla, una repetición mecánica, gracias a Dios, ojalá, si Dios permite, adiós? Porque de las palabras sólo es cierto que se gastan a medida que las violenta el tiempo. Porque Dios es los miedos y los deseos: “Dios es esto” o “Dios es lo otro” o “Dios está en los cielos”, y en los cielos sólo existe el vacío, el vacío, nada más que el vacío, como lo vio Gagarin y como lo temen los sacerdotes de Dios. Y ese hombre absurdo podría ser no obstante Dios o la casa de Dios, porque no hay nada dentro de él, y entonces la humanidad ha vivido y muerto en vano, y habría que volver a las fórmulas antiguas y vacías para no matarse colectivamente: “Dios es amor”, pero el amor de Dios ha provocado mártires y guerras santas. “Dios es como un padre”, y los padres tienen sexo y lo aplican y matan a otros padres para destruir la inocencia de las hijas ajenas. “Dios es como el mar.”
Y Dios en efecto es como el mar, que es tantas cosas y ninguna en particular, tan múltiple como único, tan monótono y convulsivo. Porque el mar es mucho más que esa cantidad estúpida de agua, sus fosfatos y naufragios, es más que las ostras y sus madreperlas, los delfines y su canto: es también los niños que se mojan los pies en la playa, los que ven desde lejos su luminosidad imposible, a un lado de la carretera; es los poemas sobre el mar, la memoria atávica de los que saborean sus propias lágrimas en la noche de su suicidio, el sudor en los ijares de los caballos, la saliva que pasa de una boca a otra en busca de la ilusión del amor. Porque Dios es más que todo lo que fue creado –incluso el mar y lo que lo habita–, es mucho más que esa cantidad infinita de silencio y de incomprensión: es los ojos de los mártires, los pujidos desesperados de las solteronas, las guerras donde los hombres son más profundamente hermanos y se odian y se matan y se dicen héroes o traidores, todo para evitar hacerse la única pregunta que vale la pena hacerse: ¿por qué?
Y en los porqués y en los para cuándos está Dios, en los milagros y en la falta de milagros, y en el pecado –esa tristeza–, y el pecado es uno solo: amar. Porque hasta el odio es amor, hasta en el tiro en la nuca de las ejecuciones sumarias hay amor, el amor del metal a la carne, de la carne al metal, del verdugo a la víctima; porque hasta en la desesperación del homicida casual hay amor, y en ese amor el pecado encuentra su perdón, si hay perdón posible.
Pero el mar no es sus rocas: las rocas son intrusas que buscan algo de razón en un elemento ajeno, al precio de desaparecer y convertirse en arena en unos cuantos millones de años; al precio de la humedad, porque la roca es seca y debe serlo para que sea seco el golpe y seco el paisaje y a secas la noción de que allí, en la roca y dentro de la roca, no está el mar. Y Dios no es sus creaturas –¿cómo podría serlo?–, ni la imagen de sus creaturas, porque su materia es tan diferente como la de la roca y la del mar, como la espuma y el aire, como las olas y el color del cielo; porque si Dios fuera sus creaturas se trataría de un dios múltiple y colectivo y no habría las guerras en el nombre de Dios, que dan sentido a la vida y la muerte de los hombres y dolor a las mujeres y a sus hijos, y noches frías, y veranos pálidos como un cirio que no quiere encenderse, o que no puede.
El mar y Dios tampoco son la memoria, ni siquiera lo que hay del mar y de Dios en la memoria, porque los recuerdos son menos que agua y que infinito, menos que aire y menos que la necesidad de no estar solo, de nunca estar solo: son olvido.

1 comentario:

Qymera dijo...

He caído acá por accidente o, como dirían los teóricos, por serendipia. No comparto tu "visión de mundo" en cuanto a este tópico en especial. Por otro lado, aprecio el valor literario de cada palabra que has puesto en su justo lugar como piedra en una muralla de sentido existenciado. Un saludo.